carta del director

El valor en entredicho de las baronías del PSOE

Seguramente, en los próximos días de esta semana el Parlamento de Cataluña aborde la investidura de Salvador Illa como nuevo presidente de la Generalitat. Al líder del PSC le hacían falta los votos de ERC y los Comunes para reunir los 68 parlamentarios que le aseguran la mayoría en la Cámara y la aritmética parlamentaria solo se podía encaminar por esta senda de un nuevo tripartito. Esto ya lo sabíamos cuando se conocieron los resultados electorales de Cataluña. También podíamos intuir hacia dónde se podían dirigir los pactos que hicieran posible esta alianza. Pero resultaba inimaginable, o no, que el precio a pagar fuera tan alto y que pusiera patas arribas no solo ese principio de solidaridad nacional, sino la propia estabilidad del Partido Socialista y la credibilidad interna de su líder, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno ya ha demostrado sobradamente que no le tiembla el pulso a la hora de asumir decisiones que se enfoquen a salvaguardar su posición. Cueste lo que cueste; caiga quien caiga. El acuerdo económico con ERC supone una afrenta al resto del Estado español; un ataque frontal al principio básico de igualdad entre territorios y una clara ofensa que abre un nuevo catálogo de categorías entre comunidades autónomas, con una indudable diferenciación entre regiones de primera, segunda y hasta tercera clase.

Las baronías en los partidos suelen referenciar una posición predominante en la opinión interna de la formación. Al PSOE no solo le ha salido el habitual Page, sino que se ha encontrado con otras voces discordantes que rechazan el nuevo movimiento de su partido y la enésima jugada de Pedro Sánchez para amarrarse en su posición. Los afectados apelan al Comité Ejecutivo y amenazan con un debate interno con pocos visos de sonar a rebelión. El valor de lo que opinen estos barones está en entredicho. Emiliano Page dijo "hasta aquí". Si eso significara una postura frentista reflejada en el Congreso de los Diputados con los parlamentarios manchegos posicionados en el mismo escuadrón que su presidente autonómico sí que estaríamos ante un problema de verdad para el PSOE y para Pedro Sánchez, pero la realidad parece diferente. Nadie en las filas socialistas va a tentar a la suerte de diferenciarse en la práctica, mucho más allá de declaraciones, enfados o escenificaciones diversas. Al menos eso es lo que se deduce de comportamientos anteriores.

El presidente Sánchez cerró el curso político presumiendo de datos económicos, alardeando de su capacidad para encontrar acuerdos y anticipando un federalismo nacional en medio de toda la situación personal que ha generado el caso de Begoña Gómez y las querellas que marido y mujer han anunciado con el único objetivo de apartar al juez molesto.

La España que hoy está de vacaciones camina hacia un nuevo escenario de confrontación con una oposición en alerta y alertada, pero con muchas incógnitas por resolver. Quizá Sánchez haya puesto en parche en Cataluña sin tener en cuenta que la fuga más seria se la puede generar ahora Puigdemont.