El Atlético de Madrid logró una victoria tan valiosa como agónica en su visita al PSV (2-3), en un choque que comenzó con otra puesta en escena preocupante lejos del Metropolitano. El gol encajado en el minuto 10, fruto de una jugada vertical que desarmó por completo a la defensa rojiblanca, obligó al conjunto de Diego Simeone a despertar a base de rebeldía, presión y determinación para impulsar una remontada imprescindible en su lucha por asegurar un puesto entre los ocho mejores de la Liga de Campeones.

El primer tramo del encuentro fue un suplicio para el Atlético. La banda derecha colapsó ante las embestidas de Driouch, que dejó atrás una y otra vez a Nahuel Molina. La zaga madrileña, superada posicionalmente, vio cómo Guus Til remataba a placer el 1-0 tras una carrera imparable del extremo neerlandés. Incluso el PSV tuvo dos ocasiones claras para ampliar la ventaja, desaprovechadas por una mala toma de decisiones del propio Driouch.

La reacción rojiblanca comenzó a gestarse cuando Koke y Pablo Barrios asumieron el control del centro del campo. Con más balón, más ritmo y más orden, el equipo se instaló en terreno rival. Julián Álvarez y Barrios comenzaron a generar peligro, mientras Sorloth alternaba remates prometedores con fallos evidentes. Sin embargo, el esfuerzo encontró recompensa en el minuto 37: una presión alta forzó un error de Yarek en salida de balón, Giuliano Simeone recuperó, Sorloth asistió y Julián Álvarez empujó a la red el 1-1.

El inicio del segundo tiempo fue una demostración de contundencia. A los 52 minutos, un disparo lejano de Nahuel Molina exigió a Kovar, cuyo rechazo fue aprovechado por Hancko para firmar el 1-2. Apenas cuatro minutos después, una combinación entre Julián Álvarez y Barrios dejó un centro perfecto para que Sorloth, esta vez sí certero, pusiera el 1-3 y pareciera sentenciar el duelo.

Pero el Atlético volvió a mostrar las desconexiones que le están costando caro esta temporada. Con los cambios y la ventaja, el equipo perdió intensidad y dio aire a un PSV que no bajó los brazos. Ricardo Pepi recortó distancias en un córner a falta de cinco minutos y, en un final de infarto, el delantero estadounidense falló increíblemente el empate a portería casi vacía en medio de una secuencia interminable de saques de esquina.

El pitido final liberó al Atlético, que se lleva tres puntos esenciales —12 de 18 posibles— para seguir firme en su objetivo de evitar la ronda intermedia y amarrar la clasificación. Fue un triunfo trabajado, repleto de altibajos y con momentos de sufrimiento, pero también un recordatorio de que el equipo de Simeone, cuando combina ambición y verticalidad, puede imponerse con claridad incluso lejos de casa.