Sufrir violencia de género en el hogar

El artículo de Javier Urra en las páginas de las diversas cabeceras de TRIBUNA GRUPO

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Sufrir violencia de género en el hogar
Stop a la violencia de género.
El autor esJAVIER  URRA PORTILLO
JAVIER URRA PORTILLO
Lectura estimada: 3 min.
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Una de cada 3 mujeres ha sufrido violencia de género o violencia física alguna vez en su vida, en el mundo, 700 millones de mujeres. El 30% de las mujeres refieren haber sufrido violencia física / sexual por parte de su pareja alguna vez en su vida.
La prevalencia de pensamientos suicidas entre las mujeres que han sido víctimas de violencia de una pareja es cinco veces superior a la de aquellas que no la han padecido (25,5% frente al 4,7%).

Sufrir violencia machista por parte de la pareja o expareja, impacta en el equilibrio emocional de las mujeres, quiebra su salud mental, y es un factor precipitante de conductas suicidas, atrapadas como están en la tela de araña del maltratador. Los varones maltratadores a su vez se resisten con frecuencia a dar por concluida una relación que pasó del afecto y el placer, con expectativas altas de futuro en un proyecto de vida compartido, a una decepción y frustración al quebrarse esas perspectivas, que no solo generan ira, odio y resentimiento, sino que a veces se manifiestan en conductas de violencia sistémica.

La inseguridad personal, la falta de autonomía, se descarga con quien está próxima, desde un posicionamiento de dominio.
Puede llegar a matar a los propios hijos, utilizándolos como víctimas instrumentales, sabedor de que la mujer no se recuperará jamás, además busca trasladar que lo acontecido es en última instancia responsabilidad de ella. "Síndrome de Medea", así denominado cuando se mata a la descendencia por venganza y para hacer daño a la pareja o expareja, pura maldad.

Por otro lado, los hijos como víctimas, en la mayoría se da el Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT en adelante) y, al ser una patología, si no se trata correctamente puede mantenerse durante el resto de sus vidas. En cuanto a los huérfanos víctimas de violencia de género, viven un dilatado e hiriente proceso de duelo: por un lado son víctimas, huérfanos por violencia machista, pero además son hijos del homicida; obviamente tal dicotomía genera disociaciones que interfieren en el desarrollo emocional y educativo. El apoyo psicológico especializado se debe prolongar en el tiempo.

Un día el hijo huérfano por causa de su padre, manifestará al clínico un pensamiento aterrador e invasivo, "¿podría el día de mañana repetir yo tan bastarda conducta?". Claro que la respuesta es que no se hereda tal acto de impotencia. Pero el solo planteamiento de la pregunta, aproxima el sufrimiento profundo, íntimo. Hay más preguntas que se formulará el doblemente desgraciado víctima de orfandad. "Cuando cumpla los 18 años, ¿deberé ir a la cárcel a ver a mi padre?", porque le repudio, me produce náusea, pero "es mi padre".

Denunciamos que si bien la ley prohíbe que los menores vayan a prisión a hablar con sus padres en el caso de que sean maltratadores, el año pasado han sido más de 800 menores los que sí han acudido. Vivir situaciones de percepción, observación de este tipo de violencia durante la infancia genera similares problemas a los que sufren los niños que son maltratados directamente. Quedan secuelas emocionales y el riesgo cierto de heredar estos comportamientos violentos.

Entre la juventud se perpetúan los modelos machistas. Uno de cada tres jóvenes considera normal ejercer un control sobre su pareja en cuanto a horarios, relaciones con sus amistades o su familia. Las relaciones de pareja se basan en el respeto. Es lógico que se discuta para solucionar conflictos, pero en ningún caso que se agreda (en cualquiera de las formas). Los seres humanos tenemos capacidad para el autocontrol y la resolución de conflictos.

Habrá de incorporarse la igualdad en la formación escolar y universitaria. Es necesario analizar las desigualdades y los roles interiorizados y asumidos, comenzando por los niños y adolescentes. La igualdad se construye desde la práctica, deconstruyendo los estereotipos de género.

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