En una operación militar sin precedentes, Israel lanzó la pasada madrugada un ataque masivo contra Irán, golpeando con dureza infraestructuras militares y nucleares clave. Según fuentes oficiales israelíes, el bombardeo alcanzó un centenar de objetivos repartidos por todo el país, incluyendo la planta de enriquecimiento de uranio en Natanz y varias bases militares de alto nivel, provocando una oleada de reacciones internacionales ante el riesgo creciente de una guerra a gran escala en Oriente Medio.

El ataque, ejecutado por unos 200 aviones, tuvo como principal objetivo a la cúpula militar y nuclear del régimen iraní. Según medios estatales iraníes, entre los fallecidos se encuentra el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Teherán, el general Mohamad Hosein Baqerí; el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, el general Hossein Salamí; y el general Gholam Ali Rashid, responsable de la estratégica base aérea Khatam ol-Anbiya. También murieron al menos seis científicos nucleares y un número indeterminado de civiles en barrios residenciales del norte de Teherán.

Ali Shamkhani, asesor cercano al líder supremo iraní, Ali Jameneí, se encuentra en estado grave, según fuentes médicas.

Las explosiones comenzaron hacia las 3:30 de la madrugada, hora local, y pronto se extendieron desde la capital hasta otras regiones del país. Entre los blancos se incluyen instalaciones altamente sensibles, lo que ha desatado especial preocupación por el posible impacto sobre el programa nuclear iraní. En respuesta, Irán lanzó más de un centenar de drones contra territorio israelí, mientras que el ejército hebreo aseguró que sus sistemas defensivos están operativos y en alerta máxima.

El espacio aéreo iraní permanece cerrado "hasta nuevo aviso", y las autoridades han pedido a la población que atienda todas las alertas y busque refugio ante posibles nuevos bombardeos.

Desde Teherán, el líder supremo Ali Jameneí emitió una dura advertencia: "Con este crimen, el régimen sionista se ha preparado un destino amargo y doloroso, y sin duda lo recibirá". Acusó a Israel de mostrar su "naturaleza malvada" al atacar zonas residenciales, y prometió un castigo severo.

La comunidad internacional ha reaccionado con preocupación. El secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su alarma por el ataque a instalaciones nucleares iraníes, justo cuando se estaban llevando a cabo conversaciones diplomáticas entre Teherán y Washington. Guterres pidió a ambas partes "máxima contención" y evitar "una escalada que la región no puede permitirse".

Países árabes como Arabia Saudí, Jordania, Omán y Turquía condenaron enérgicamente la ofensiva israelí. Por su parte, el grupo islamista Hamás calificó el ataque como "una peligrosa escalada" y acusó al gobierno de Benjamín Netanyahu de arrastrar a la región a una guerra abierta "para satisfacer sus delirios talmúdicos".

Con múltiples líderes militares iraníes muertos, instalaciones nucleares severamente dañadas y un contraataque iraní en curso, la situación en Oriente Medio entra en una fase crítica. La posibilidad de una guerra regional abierta parece más real que nunca, mientras el mundo observa con creciente inquietud los próximos movimientos de Tel Aviv y Teherán.