El día en el que la 'perestroika' llegó al ajedrez

Este domingo se cumplen 40 años de la victoria de Gary Kasparov sobre Anatoli Karpov, convirtiéndose en el campeón del mundo de ajedrez más joven de la historia

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El día en el que la 'perestroika' llegó al ajedrez
Kasparov y Karpov, en 1985. (Foto: W. Commons / Owen Williams, The Kasparov Agency)
Carlos Pérez Gil / EFE
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Pocos meses después de la llegada al poder de la Unión Soviética (URSS) de Mijail Gorbachov, el impulsor del proceso de apertura conocido como 'perestroika', el ajedrez también abrió un nuevo capítulo en su historia cuando un joven de 22 años llamado Gary Kasparov le arrebató la corona a Anatoli Karpov, el preferido del aparato comunista.

Fue el 9 de noviembre de 1985, justo cuatro años antes de la caída del Muro de Berlín, cuando Kasparov, nacido en la entonces república soviética de Azerbaiyán, de padre ruso judío y madre armenia, se convirtió en el campeón del mundo más joven de la historia del ajedrez, al tiempo que abanderaba su rebeldía con la defensa de un cambio de modelo en su país.

Dos ajedrecistas bajo una misma bandera, pero con mentalidades y personalidades antagónicas, lo que alimentó una rivalidad que quedará para siempre en los anales del deporte del tablero.

El movimiento del caballo a la casilla g6 para comerse una torre blanca de su adversario derrumbó la hegemonía de Karpov, héroe nacional tras destronar al estadounidense Bobby Fischer por incomparecencia en 1975, al tiempo que gestaba el jaque mate a la de la URSS.

La batalla entre los dos colosos tuvo como prólogo el primer Mundial protagonizado por ambos un año antes. La cita fue en la Casa de los Sindicatos de la capital rusa, donde Kasparov se ganó una butaca tras derrotar de forma sorprendente en el torneo de candidatos a los veteranos Viktor Korchnói y a Vasili Smyslov, quien entonces tenía 63 años.

El 10 de septiembre de 1984, el joven azerbaiyano se plantó ante el campeón, de 33 años, dispuesto a sacudir el tablero, para lo que necesitaba ser el primero en conseguir seis victorias.

Karpov inició el duelo con un contundente 4-0 en nueve partidas, que parecía desinflar a su novel oponente, desconcertado ante el poderío del número uno. Después de 27 partidas, el marcador se elevó a 5-0, al borde del triunfo.

Seis meses después y disputadas 48 partidas, Kasparov había recortado terreno y la diferencia se estrechó a 5-3, momento en el que el entonces presidente de la FIDE, el filipino Florencio Campomanes, decidió detener el campeonato y reanudarlo desde cero, pero con un formato diferente: la corona sería para el mejor a 24 partidas, con lo que se impondría el que llegase a 12,5 puntos.

El 3 de septiembre de 1985, en un escenario distinto, ante el majestuoso telón de la Sala de conciertos Tchaikovsky, se reanudó el pulso con la incertidumbre de su desenlace, acrecentada después de que el empate imperase al llegar al ecuador del torneo.

Fue cuando emergió la genialidad del 'Ogro de Bakú' en la partida 16, considerada una de las más brillantes de la historia, cuando el aspirante, con negras, doblegó a su contrincante.

A pesar del golpe en la mesa, el Mundial llegó dos meses después a la partida 24, la última, con todo por decidir y Kasparov al frente por 12-11, lo que le daba opción a Karpov de igualar en caso de victoria y, por ende, retener el título.

Con negras, el aspirante no se conformó con el empate que le bastaba y derrotó a su rival para coronarse (13-11) y abrir una nueva era en el ajedrez moderno.

Las dos 'K' volverían a retarse en tres Mundiales más, todos con triunfo para Kasparov. En 1986, lo hizo por 12,5 a 11,5 en el torneo celebrado en Londres y San Petersburgo. Al año siguiente, en Sevilla, el de Bakú retuvo la corona al igualar a doce puntos y en 1990, en Nueva York y Lyon (Francia), se repitió el 12,5 a 11,5.

Después de 144 partidas oficiales, sus caminos se alejaron. Kasparov alargó su hegemonía hasta 2000, cuando le derrotó el ruso Vladímir Krámnik, con su mítica partida contra el ordenador 'Deep Blue' cuatro años antes.

Karpov 'reinó' de 1993 a 1999 bajo el paraguas de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, por sus siglas en francés) tras el cisma en este deporte.

Las diferencias políticas les distanciaron, aunque mantuvieron un hilo de amistad. En septiembre de 2009, ya retirados de la primera línea, se reencontraron en Valencia en medio de una tremenda expectación para disputar doce partidas de exhibición con el fin de "devolver al ajedrez a su lugar".

Al año siguiente, protagonizaron una gira de promoción con Kasparov por varios países latinoamericanos. "Hace 25 años era rival de Anatoly en un tablero de ajedrez y ahora nos unimos porque este deporte está en gran peligro", proclamó Kasparov en Lima.

La rebeldía juvenil del 'Ogro de Bakú' desembocó en su pretensión de disputarle la presidencia de Rusia en 2008 a Vladimir Putin, pero desistió. Cuando le detuvieron un año antes por desorden público, Karpov fue a visitarlo al calabozo, pero las autoridades rusas le denegaron el permiso.

Su férrea oposición al Kremlin le hizo perder la partida ante el rey del tablero político ruso y en junio de 2013 abandonó el país para instalarse en Estados Unidos con pasaporte croata y desde allí mantener viva la llama de la disidencia.

El activismo político, con su rechazo frontal a la invasión de Ucrania, la publicación de libros y las partidas de exhibición han llenado el tiempo del otrora campeón del mundo, ahora de 62 años.

Karpov, de 74 años, reside en Moscú, donde es un prócer del régimen de Putin, con escaño en la Duma rusa (Cámara de Diputados), además de presidente honorario de la Federación de Ajedrez de Rusia, cargo que asumió en diciembre de 2022 tras recuperarse de una conmoción cerebral por una caída. 

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