El movimiento reforzará el seguimiento de leyes que afectan a la despoblación y reclama más unión para frenar el deterioro del territorio
Medinaceli revive el Toro Jubilo entre tradición, tensiones y un amplio despliegue de seguridad
El festejo regresó tras la suspensión judicial del año pasado y congregó a cientos de vecinos, curiosos y manifestantes animalistas
La localidad de Medinaceli volvió a encender este fin de semana su ancestral Toro Jubilo, el único festejo de fuego de Castilla y León y una de las tradiciones más arraigadas de la provincia. La celebración, envuelta cada año en un intenso debate social, dio un paso más en su aspiración de convertirse en Bien de Interés Cultural, mientras el municipio reforzaba las medidas de seguridad para garantizar el desarrollo del ritual.
El acto comenzó con los mozos enmaromando al toro en el poste central y embadurnándolo de barro, desde las patas hasta la testuz, como protección frente al fuego. Después, colocaron en su cornamenta la gamella, un armazón metálico que sostiene dos grandes bolas incendiarias. Una vez prendidas, el toro recorrió el coso improvisado hasta que las llamas se apagaron, momento en el que el Ayuntamiento dio por finalizado el festejo.
El Toro Jubilo se celebra siempre en vísperas de la festividad de San Arcadio, Eutiquiano, Pascasio, Paulino y Probo, mártires cuyas reliquias —según la tradición— llegaron a Medinaceli desde África sobre un toro que portaba teas encendidas en los cuernos. Un relato que forma parte del imaginario local y del que el municipio ha hecho emblema.
El festejo de este año, que el pasado no pudo celebrarse tras una suspensión cautelar del Juzgado de lo Contencioso número 1 de Soria a raíz de un recurso de PACMA, transcurrió con normalidad, aunque no sin incidentes. La suelta del animal resultó accidentada, ya que las sogas no estaban bien fijadas y se vivieron momentos de tensión ante una posible escapada. Finalmente, una mujer logró cortar la última maroma y el toro pudo correr entre los aficionados mientras las bolas de fuego ardían lentamente.
El propio fuego fue otro de los elementos problemáticos de la noche. Las llamas se apagaron en varias ocasiones, lo que obligó a interrumpir momentáneamente el ritual hasta que la organización decidió darlo por concluido. Una vez finalizado, el toro regresó vivo a los corrales, ya que en este festejo no se sacrifica al animal.
Desde el Ayuntamiento se pidió respeto a la tradición, defendiendo que se trata de un rito con siglos de historia y asegurando que, sin prácticas como esta y las corridas de toros, "este animal pasaría a estar en peligro de extinción". Las autoridades locales recuerdan que el Toro Jubilo se encuentra documentado en el Archivo de los Duques de Medinaceli, con referencias que se remontan al 29 de septiembre de 1559, cuando el propio Felipe II y Isabel de Valois presenciaron el festejo desde el balcón del Palacio Ducal. También hay constancia de otras celebraciones en 1568 y 1598, cuando la tradición se repetía varias veces al año para el disfrute de visitantes ilustres.
Mientras, las asociaciones animalistas mantuvieron su rechazo frontal. Más de 200 manifestantes, convocados por PACMA, se desplazaron a la villa para pedir la abolición del festejo, que consideran que somete "a un calvario" al toro al prenderle las bolas de fuego sobre la cabeza.
En este contexto, Medinaceli vivió una noche intensa, con emoción contenida entre los defensores del ritual y una notable presencia policial ante la protesta animalista. Pese a las dificultades, la localidad volvió a cumplir con una de sus citas más antiguas, heredera de los espectáculos de toro de fuego históricos del valle del Ebro y del Jalón, comunes en Aragón, Navarra y Valencia y basados en el uso de barro, sogas y fuego sobre las astas del animal.
La edición de este año deja una mezcla de tradición, polémica y expectación sobre el futuro de un festejo que sigue generando debate, pero que continúa siendo un símbolo profundamente arraigado en la identidad medinense.
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