La tradición más emblemática de Tierras Altas vuelve a reunir a vecinos y visitantes con un mensaje de esperanza
Las Móndidas de Sarnago reivindican el futuro de su pueblo frente a la despoblación
La tradición más emblemática de Tierras Altas vuelve a reunir a vecinos y visitantes con un mensaje de esperanza
El municipio soriano de Sarnago, prácticamente deshabitado, revivió este domingo su rito más singular: la Fiesta de las Móndidas y el Ramo, una cita que busca unir pasado y futuro a través de la memoria colectiva.
Las protagonistas fueron este año Laura Tellería Olmedo, María Carrascosa Jiménez e Irune Lorete Alcalde, acompañadas por el mozo del ramo, Imanol Artazcoz Calvo. Con sus cestos sobre la cabeza, cargados de símbolos de fertilidad y tradición, las jóvenes recorrieron las calles del pueblo despertando la emoción de vecinos y visitantes.
La tradición, recuperada en 1982 por la Asociación de Amigos de Sarnago tras quince años sin celebrarse, se ha adaptado al calendario actual y se organiza en torno a San Bartolomé, patrón del municipio, con el fin de favorecer la participación.
Durante la jornada, las Móndidas portaron sobre sus cabezas los cestos que contienen hogazas de pan azafranado y el urbujuelo, un ramaje coronado con cintas de colores que forman un cono multicolor. A su lado, el mozo del ramo completó el ritual con una copa de arce adornada con pañuelos, flores y roscos, símbolos de abundancia y continuidad de la vida rural.
Tras el desfile, las jóvenes se asomaron al balcón del antiguo ayuntamiento para lanzar un mensaje claro: "Debemos preservar nuestro legado", afirmaron, mostrando su compromiso por mantener viva la identidad del municipio y luchar contra la despoblación. "Nuestra emoción e ilusión es poder aportar nuestro granito de arena para que Sarnago no desaparezca", añadieron.
Desde la asociación organizadora valoraron el creciente respaldo de vecinos y descendientes: "Cada año la participación es mayor, no solo de quienes viven en la zona, también de sarnagueses que residen en otras ciudades".
El acto, cargado de emotividad, concluyó con el grito unánime de los asistentes: "Soria y Sarnago quieren futuro".
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